miércoles, 20 de junio de 2007

Sobre el boschismo (I): ética e historicidad

Por Matías Bosch

En el tramo final de la contienda por la candidatura presidencial peledeísta de caras a 2008, el énfasis de la confrontación política pareció gravitar en la aprobación o reprobación del proyecto reeleccionista del actual mandatario, doctor Leonel Fernández.

Entre los muchos argumentos esgrimidos, apareció de nuevo en el discurso público (sin autor único y exclusivo) una especie de axioma según el cual para Juan Bosch “en política se hace lo que conviene”. Esta vez, llegó defendiendo la utilidad de apoyar la continuidad presidencial, pero con el mensaje implícito de que la lucha por el poder no es per se materia de juicio moral, sino de lo que pragmáticamente ha de llevarse a cabo.


Desde este punto de vista, se desprende como conclusión que las posiciones de Juan Bosch, en una u otra contingencia política, eran “circunstanciales”, fijadas de acuerdo a la “conveniencia” de la oportunidad.

Pero sucede que la conveniencia o no de una acción está sujeta a consideraciones éticas que no se agotan lisa y llanamente en la lógica consecuencialista o en la bondad de los fines; para Bosch existieron siempre los principios del deber y de lo justo, visión radicalmente opuesta a la que pregona una amoralidad de la historia. Entre varias, dos dimensiones principales componían su análisis político: una ética y una científica.

“Cuando actúan en función política, los hombres no son buenos ni malos; son los resultados de las fuerzas que han creado y los mantienen, y con cierta frecuencia son juguetes de esas fuerzas o son sus beneficiarios”, dijo don Juan, en una afirmación que no es de índole moral, sino epistemológica, es decir, trata de la manera en que la realidad es conocida por quien la observa.


Es esta historicidad absoluta la que le permitió a Juan Bosch superar intelectualmente la visión ideológica predominante sobre la “marcha de los acontecimientos”, así como la impronta autocomplaciente, típicamente liberal.

De la mano de la historicidad que va construyendo desde sus primeras novelas y ensayos de corte historiográfico, el boschismo adquiere su carácter revolucionario y humanista en el terreno político: son los sujetos dominicanos, no como individuos por sí solos sino en el contexto de la lucha social, quienes producirán las transformaciones hacia una sociedad mejor.


Bien llega a decir el Profesor: “el que no se dé cuenta de que los cambios sociales se producen en el seno de la historia no puede dedicarse a la política con éxito porque nunca comprenderá lo que pasa alrededor suyo”.

En esa historicidad, supera también el optimismo ilustrado que auguraba la evolución casi natural de la sociedad hacia un horizonte de bondad y virtud, basado en la razón y el conocimiento humanos. Seguramente, ello explica que a sus 66 años declarara: “ya no soy el idealista que Hostos formó”.

En todo caso, como ya se dijo, esta visión historicista no es excluyente. Los seres humanos, en su condición de seres concientes, están conminados a definirse por una acción política a favor o en contra de sus pueblos y a obrar por medios legítimos o espurios. Juan Bosch siempre sostuvo en la lucha política la vigencia de esta disyuntiva, y al respecto señaló claramente: “La política es una función de servicio, y por tanto eminentemente moral”.


Por eso este hombre, que se ha codeado con el poder, se enorgullece también al decir que, si bien ha dejado de ser el idealista de su juventud, no había traicionado a su maestro Hostos y que “si él viviera los dos estaríamos en las mismas filas, naturalmente, él como jefe y yo como soldado”.

Por lo sucedido en los meses recientes, es evidente que ante la necesidad de no desmarcarse formalmente del Profesor Bosch -estatuido como símbolo en medio de la confrontación interna cada vez más polarizada- se ha optado por asociarlo a un fundamentalismo pragmático inverosímil, apegado a una lógica de rédito cortoplacista.

Ya lo dijo él: “Hay, efectivamente, gente para quien ‘la política es oportunidad”. Quienes colocan a Bosch en esa categoría, usan un remedio peor que la enfermedad para resolver a su favor un dilema fabricado por ellos mismos: que la concepción estricta del deber ser en Juan Bosch era incompatible con los menesteres de la lucha por el poder.


Sin embargo, la Historia es concluyente en cuanto a que Bosch fue exitoso en todas y cada una de las metas políticas que se fijó (la campaña antitrujillista, las elecciones de 1962, su período presidencial, la fundación de los dos partidos políticos más importantes del país, la construcción de la única fuerza progresista que estuvo en condiciones de destronar a Balaguer y, por cierto, la conformación de un liderazgo político-moral), sin abandonar sus íntimos principios.

Es responsabilidad de su relevo resolver adecuadamente dicho dilema en la hora que le corresponda, sin escamotear virtudes a don Juan para equipararlo con sus opciones libremente tomadas.

En el proyecto de construir una mejor República Dominicana, no cabe un conflicto entre capacidad estratégica y conciencia ética; validarlo con las ideas del hombre que hizo de la honestidad una práctica de vida es injustificable y ratifica la debilidad de dicha postura.


Los que poniendo de por medio su identidad boschista, insisten en preocuparse por la probidad de las opciones partidarias, deberían rechazar de entrada este tipo de argumentos ilegítimos.

Ante el indetenible movimiento de la realidad, no basta ya con defender posiciones en los términos dogmáticos propios de la religión, donde lo correcto o lo incorrecto se define según un “Juan Bosch así lo dijo”.

Para aquellos que comparten con él y su propia historia de luchas, la posibilidad de un horizonte libertario en Quisqueya, es preciso avanzar en la construcción de lo que bien podría llamarse un boschismo argumentativo.

El boschismo, no como sustantivo sino como adjetivo, se opone a ser un credo y menos una oda a la melancolía. Se necesita un boschismo apto para interpretar inteligentemente la realidad, generar alternativas viables y propender a la transformación real de la sociedad. Desde aquí, queremos aportar a esa discusión.

lunes, 9 de abril de 2007

Hasta siempre, Martha

Para los que te queremos a Martha tu muerte ha sido un duro golpe, una herida justo donde somos vulnerables.

Eres alegre, una excelente compañera que siempre tiene una respuesta chistosa lista para dejarla caer y romper con ella el estrés, el tedio que produce esta profesión.

Es difícil concebir ahora que estás muerta, que ya no entrarás más por esa puerta con tu pelo rizo, sin procesar, símbolo inequívoco de tu originalidad y tu valor.
Es terrible pensar que ya no estarás aquí para cubrir con tus alas a tus chicas de Pandora, y que no escucharás a Rosanna llamándote “Madre” y nosotros contagiados diciéndote igual, porque de verdad que te quedaba bien el nombre.
Eres tan protectora. Hablo de ti, Martha, en presente, porque de alguna forma sigues viva entre nosotros, con la misma risa que tenías ese miércoles en la mañana cuando entraste al periódico llena de vida.

Continúas con tu sencillez, con esa mezcla entre talento y disciplina, con tu fina ironía y particular sentido del humor al escribir la última página de Pandora. (Que en realidad no era la última porque en realidad era la primera que yo leía).

No es como para decir adiós esta muerte tuya, es más bien como para recordarte por lo que has sido para nosotras: una amiga, una hermana y una madre.

Hasta siempre.

lunes, 26 de marzo de 2007

“Orlando vive en cada hombre de conciencia”

Recuerdan al periodista asesinado

A 32 años del asesinato del periodista Orlando Martínez, sus familiares pidieron justicia, tal y como lo hiciera su madre año tras año en el lugar donde sucedió el homicidio.

Doña Adriana ya no está. Murió sin ver que se aplicara una condena, acorde con el crimen, a los que le arrancaron la vida a su hijo.

En su lugar se encuentra Sergio, quien ve a su hermano Orlando en cada hombre y mujer de conciencia.

El proceso judicial continúa estático en una sala de San Pedro de Macorís. Lejos del ímpetu mediático metropolitano, el último reenvío de la audiencia sucedió el pasado jueves ocho.

Amigos del fallecido periodista, como Narciso Isa Conde, esperan que el ocho de abril la próxima audiencia no transcurra sin cobertura.

Para Sergio Martínez no está de más abundar siempre hasta que por fin los escuchen y se haga la justicia necesaria.

“En este mismo lugar los ignorantes creyeron que mataron a Orlando, pero las ideas no se matan y por eso Orlando vive todavía, vivirá siempre en la conciencia del hombre dominicano”, dijo en el monumento en la José Contreras casi a esquina con Alma Mater.

“Realmente queremos aprovechar el momento para seguir pidiendo más justicia y que por fin sean llevados a donde tienen que estar los asesinos de Orlando”, exclama.

“Esos que nos desprendieron de Orlando y de su brillantez deberían andar en el lugar donde merecen: presos”, agrega.

Los acusados por el hecho han sido el general retirado Joaquín Antonio Pou Castro, los ex generales José Isidoro Martínez González y Salvador Lluberes Montás. Así como Mariano Durán Cabrera, Rafael Alfredo Lluberes Ricart y Luis Emilio de la Rosa Beras.

El cuatro de agosto de 2000 la jueza Katia Miguelina Jiménez, entonces de la décima cámara penal, condenó a 30 años de prisión a Rafael Alfredo Lluberes Ricart, Joaquín Antonio Pou Castro y Mariano Durán Cabrera.

Sin embargo, en 2002 la segunda cámara de la corte de apelación revocó la decisión de la jueza por alegados vicios de procedimiento.

Pou Castro está bajo prisión preventiva desde septiembre de 2005, su condena se redujo de 30 a 12 años.

A Lluberes Ricart y Cabrera se les rebajó la pena de 30 a 15 años; y a De la Rosa, de 30 a 10 años. Lluberes Montás (Chinino), fue excarcelado por motivos de salud.

Más de tres décadas hacen hoy de que Orlando Martínez, de 29 años, murió baleado mientras se dirigía a su casa de la Antonio Maceo, número 32, de La Feria. Había salido del edificio de la Revista Ahora, de la cual era director.

Su asesinato ocurrió a las 7:40 de la noche, según una llamada anónima a la Policía de entonces, dirigida por el general Rafael Guillermo Guzmán.

Franklin García Fermín, vicerrector de extensión de la Universidad Autónoma dijo ayer: “Estamos aquí para resaltar la memoria de ese prohombre que se llamó Orlando Martínez, pero también para exigir a la justicia dominicana que haga realidad ese baldón de indignidad condenando a los que cometieron ese hecho”.

Mercedes Castillo, presidenta del Colegio Dominicano de Periodistas, consideró penoso que ue 32 años después no se haya podido llegar al fondo y todavía se quiera impedir que se haga justicia.
“Los periodistas son voz, oído y olfato de la sociedad: acallar a un periodista es privar a la sociedad de estar debidamente informado”.


Lissette Rojas


Su historia personal

Orlando Martínez nació en Las Matas de Farfán el 23 de septiembre de 1945. Cursó sus primeros estudios en su pueblo natal. Luego se trasladó a Santo Domingo con sus padres Adriana de Martínez y Luis Mariano Martínez.

Más tarde estudió periodismo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y se convirtió en director de la Revista Ahora y en columnista del periódico El Nacional, con su espacio Microscopio.

En la edición de El Caribe, en su edición del 18 de marzo de 1975, se da cuenta de que tres hombres en un carro azul o gris intentaron rebasar al que conducía Orlando Martínez esa noche.
Los tres individuos la emprendieron a tiro contra el comunicador, que iba solo y aunque estaba armado no tuvo tiempo de defenderse.

La noche encubrió a los asesinos, que huyeron luego de darle dos balazos, uno en el pómulo izquierdo, sin orificio de salida y otro en el brazo izquierdo, con salida.

Su cadáver fue levantado unos 25 minutos después y trasladado al hospital de las Fuerzas Armadas. No tardaron en reunirse en la puerta del lugar más de un centenar de personas, entre ellos periodistas amigos que lloraban, según la reseña.

El velatorio se efectuó en la Capilla La Paz, en la avenida Abraham Lincoln.

Más de 75 bebés ya tienen número de cédula

Los padres, satisfechos

Con apenas tres días de nacida, Ana Iris Rosario ya tiene número de cédula. No es que lo vaya a necesitar por ahora, pero al menos cuando crezca no tendrá que enfrentarse a las largas filas que se forman en las oficialías en búsqueda del documento de identidad.

Ella no es la única bebé que posee un número de identificación. En realidad es la número 73 de 75 infantes declarados y “cedulados” desde el lunes hasta el mediodía de ayer en la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia.

Todo empezó el lunes, cuando la Junta Central Electoral dispuso que su oficialía en ese centro materno estuviera apta para dotar de su número de cédulas a los nuevos dominicanos.

Por haber sido dados a luz en maternidad, los primeros dígitos del documento son 001, que llevan todos las identificaciones de quienes pertenecen a la circunscripción número uno. El resto lo compone 2007, como año de nacimiento y otros cuatro dígitos al azar.

En horas de la mañana las oficiales a cargo son Zulia Santos y Martha Vidal, que con paciencia explican una y otra vez el procedimiento a los padres.

“La persona trae el papel que le dan allá arriba, con ese papel y otros datos nosotros le llenamos el formulario, lo registramos, le pedimos que confirme si está de acuerdo, si todo está en orden, le decimos que lo firme y el supervisor lo valida”, cuenta Zulia.

A partir de ahí, los niños que momentos antes no tenían nombre, salen de la sala con su partida de nacimiento y con el número de cédula que les acompañará durante toda su vida.

Con este nuevo sistema, ningún niño dominicano tendrá necesidad de permanecer indocumentado, puesto que se prevé que se llevará a otros centros de salud públicos y privados.

Por el momento en la maternidad Nuestra Señora de la Altagracia, hay dos turnos para declarar a lo bebés. El horario es de ocho de la mañana a seis de la tarde los siete días de la semana y de ocho a cuatro los días feriados.

Tanto a los padres primerizos como a los experimentados, les sorprende y les agrada la facilidad con que se efectúa el proceso.
Y es que no deja de hacerles gracia comparar la dificultad con que ellos consiguieron sus cédulas con lo afortunados que han sido sus hijos que prácticamente nacieron con ellas.

Para José María López “La Roca”, un empleado de la Omsa, tener cédula es ahora una experiencia más fácil y más bella. Este padre primerizo se asombra de la rapidez del procedimiento para declarar y cedular a su pequeña.

Una madre soltera, que declaraba ayer a su hijo de 18 días, consideró que esta nueva forma de la Junta es buena, porque así puede documentar a su pequeño de forma rápida y no tendrá que dejarlo solo en casa.

Mientras que José Juan Chávez pensó que el asunto de la cédula infantil no era más que una broma de los pasajeros que lo acompañaban en un carro público la mañana de ayer.

Chávez se rió de la ocurrencia, pero no imaginó que al llegar a maternidad el supuesto chiste quedaría confirmado en su pequeño hijo Ramcet Chávez.

Lissette Rojas



Madres por dar a luz
Las madres que están por dar a luz y las recién paridas se acercan con curiosidad a las ventanillas de la oficialía de la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia para informarse de “cómo es eso que los niños tendrán cédula”.

El sistema de declaración en el que se da de inmediato la partida de nacimiento fue anunciado anteayer por el presidente de la Junta Central Electoral, Julio César Castaños Guzmán, y por el secretario de Salud Pública, Bautista Rojas Gómez.

Castaños Guzmán dijo que el nuevo sistema instalado en ese centro materno permitirá que cada niño que nazca en ese centro de salud sea dotado de una acta de nacimiento, la cual tendrá el número de la cédula que tendrá ese niño o niña cuando sea mayor de edad.



Padres orgullosos de niños cedulados

José María Vargas
“Es algo que me hallo que está súper avanzado, todo va bien. ¡Mi niña ya tiene cédula! Pienso que todo está mejor, más avanzado. Para conseguir mi cédula cogí una brega grande, de veras, una caminata grande y mucha fila. Esta es mi primera hija”.

Felicita Rosario
“Sí yo sabía que mi niño iba a tener su cédula (risas). Las mujeres me lo habían dicho allá arriba. Me gusta que sea así, porque en este país, el niño que no está declarado no existe. Yo di a luz el martes, por una cesárea y ahora lo estoy declarando”.

José Juan Chávez
“Ah sí, yo oí esa chercha en el carro cuando venía para acá esta mañana. La gente estaba diciendo que los niños ahora van a tener su cédula. Ellos venían riéndose y diciendo que ahora los pobres muchachitos también van a venir con su ficha (risas)”.