jueves, 12 de febrero de 2009

La casa de Dostoievsky o cómo contar a Chile literaria


Por Lissette Rojas

Por esa manía de libroteniente que hojea y lee antes de comprar un libro, encontré La Casa de Dostoievsky, del chileno Jorge Edwards y me dije que esa obra tenía que ser mía.

La novela tiene un valor intrínseco indiscutible, no solo por su trama bien lograda. En ella uno puede adivinar o atisbar unos rasgos que pudieran ser autobiográficos del propio Edwards y su generación (que si Neruda, que si Huidobro) y las relaciones de admiración u odio que primaban entre ellos.

El autor se esconde detrás de un narrador de voz colectiva que cuenta su tiempo a través de sus propias vivencias y no tiene empacho en explicarse a través de los rumores y de los testimonios de tercera mano. Se me antoja que la vida del Poeta (con mayúscula) como hilo conductor es solo el pretexto para mostrar el mundo cultural de la chile de mediados del siglo pasado, país que cambió el curso de su historia a partir del golpe de estado que en 1973 culminó con la existencia de Salvador Allende y del comunismo.

En ocasiones, el lector lo siente conversador y elocuente al narrador. No escapa, sin embargo, -y esto él mismo narrador lo reconoce- a los "chilenismos" que podrían mandar al diccionario a cualquiera que no esté familiarizado con los giros idiomáticos de ese país del sur. Otra de las observaciones a la obra es el uso de ideas largas y oraciones indirectas que me obligaron a retomar varios párrafos de nuevo para poder comprender (pero eso soy yo, no se asusten).

El texto ganador de la edición 2008 del premio Planeta-Casaamérica de novela resulta edificante para quienes por cuestiones de influencias solo hemos conocido en literatura la posición pro-Allende y a favor del comunismo.

Edwards narra en La Casa de Dostoievsky cómo las personas padecían hambre a causa de la racionalización de los alimentos que implementó el gobierno de Allende. Y como el personaje residía en la Ñuñoa, podía o creía oír como en las noches torturaban a los disidentes en los antiguos camerinos del estadio de futbol.

El Poeta, protagonista, estuvo también en Cuba y sufrió en carne propia las represiones del régimen de Fidel. Las críticas por lo bajo, la doble cara y la incertidumbre que hubo de implementar junto a sus colegas cubanos para sobrevivir.

A Edwards lo acabo de conocer como escritor y creo que nos seguiremos viendo.