domingo, 15 de noviembre de 2009

Sobreviviente de mi educación


Por Lissette Rojas

Brindo por las que se fueron, su ausencia me embriaga. No voy a llenar de suspiros mi cuaderno ni a recobrar en su honor los poemas mediocres de los años de la risa. En cambio, voy a dormir para soñar que nada ha pasado y desandar los laberintos donde van a morir los recuerdos colegiales.

Alguien tiene que volver a reír en la escalera, a sobrevivir a los sonrojos, al aire de secreto que la sacralidad espía. Dejen que este sueño mío sea hoy cómplice, ahora que la foto se está borrando y nadie liba las flores de coralillo antes del himno.

Que alguien suba mis medias hasta las rodillas y ate mis zapatos para olvidar que mi ayerhermana parece en este instante mi hoymadre. Una ventisca se está colando por donde solían entrar las risas. Alguien escondió las tardes a cielo abierto.

Y yo no sé ya por qué escribo si la maestra de inglés nunca dejó de alumbrar. Sus bebés pudieran ser los mios, en cambio, son los compañeros de juegos de sus sobrinos. No lo entiendo. El maestro de la tarde salía con las estudiantes. Y yo estaba leyendo a Becquer. No me arrepiento. Los lobos me aterran.

Huele a vino al final del pasillo. También a pintura fresca. El aroma del rojo tejado me hizo una confidencia. Algunas hermanas no lo son más. Alguien vio los hábitos mirar el barrio desde un ángulo cenital. Hay otras formas de hacer patria. El falso vértigo. Las quiero más en esta distancia de complicidad retrospectiva.

Y nadie me dice nada de la chica que vendía los dulces afuera. Delgada, poco pelo. Soñé que hoy solo viste de marcas. Le modela a la vida. Ahora lo veo claro. Bendición: Llegar tarde y que me dejaran en la biblioteca como escarmiento. Dios las bendiga monjas. Sutilmente querían reparar el daño que me hacía lo que me enseñaban en la escuela. Sobreviviente de mi educación.
*La obra Concierto, de Degas.