jueves, 13 de marzo de 2008

El Casandra, la moda, la producción

Por Lissette Rojas

Seamos claros. Para hablar de la producción de los premios Casandra de este año hay que hacerlo desde la perspectiva de la independencia.

En muchos años, pocas producciones habían tenido la frescura y la conexión con lo contemporáneo que se logró este año.

Criticar el vestuario de los artistas que tuvieron presentación en escena, es desconocer las tendencias de la moda actual. Por ejemplo, una de las cosas que se aprecio en este año fue la preocupación por unidad en los atuendos.

Habría que conocer un mínimo de moda para saber que tanto Miriam Cruz, Héctor Aníbal y Pavel llevaban lo que los franceses como artífices de moda llaman un “look garçon”, puesto de moda la temporada pasada y que arrecia con mayor fuerza en primavera verano. (El periodista tiene que leer de todo, ya no es suficiente con historia del arte y la literatura. Basta de manuales añejos de periodismo).

Lo mismo pasa con la camisa de Milly y el smoking. Esa vestimenta corresponde con la tendencia antes descrita. Grandes diseñadores como Christian Lacroix (maximalismo), Valentino (femineidad) y Karl Lagerfeld, para la maison Chanel (clasicismo) utilizaron la camisa blanca de encajes en sus recientes colecciones. El smoking se sobreentiende en esa combinación de femineidad y masculinidad.

Lo caribeño no es la mentalidad de isla, no es vivir de espaldas al mundo. Creo en el ser universal. Celebrar lo caribeño no es ponerse un taparrabos (Por Dios). Dejémonos de mezquindades.

Hablemos de la escenografía. Nada que envidiarle a los premios internacionales que son nuestro referente. Como joven, me siento orgullosa de que el montaje de un espectáculo nacional haya tenido esa calidad, orgullosa de que un premio se haya arriesgado a ver más allá.

Sí, reconozco que la alfombra roja en la televisión no tuvo el esplendor de otros años, que se perdió mucho con la cantidad de anuncios y el protagonismo particular. No nos gozamos los vestidos, como es costumbre. No hubo mucho que decir y eso debe mejorar para una próxima entrega.

Aún así, apuesto al talento joven. Abajo los criterios rancios de los que se aferran a una estética decimonónica y quieren medir el mundo con un libro de historia del arte bajo el brazo.
Hemos empezado a escribir nuestra historia con nuestros propios criterios.