lunes, 17 de agosto de 2009

Compartimos la alegría de Ricardo Hernández




Por Lissette Rojas

Hoy compartimos la alegría de nuestro amigo Ricardo Hernández, que acaba de recibir el premio a Mejor Fotografía en la Bienal Nacional de Artes Visuales, que efectuó el Museo de Arte Moderno con el auspicio de la Secretaría de Cultura.

Los que lo conocemos podemos decir que Ricardo es de los que ven la fotografía no como un trabajo sino como una pasión. Y la hace respetar en cualquier terreno, me consta. Sabemos que nuestro amigo ha puesto el corazón en su oficio y ha dicho desde la calle Interior F de Gualey que es posible lograr ese mundo mejor que nos han vendido como inalcanzable.

Hoy compartimos la alegría de Ricardo, cuya sonrisa es un homenaje a su barrio, allí donde las ilusiones le sobreviven al desánimo.

Ricardo es un emblema del joven que sale a camino a fuerza de talento y por encima de los prejuicios y los complejos que a veces surgen con la condición de vivir en el barrio y manejarse en un mundo de clase media y alta.

Hoy, con el triunfo de su foto “Raw, controversial y espinoso” nuestro amigo le ha mandado un mensaje a los niños y jóvenes no solo de Gualey, sino de todos las barriadas. En él parece decir: “Ustedes pueden llegar a ser lo que deseen. Basta con esforzarse y lo lograrán”.

Gente como nuestro amigo es la que hace que esta nación aún mantenga la esperanza de hacerse grande. ¡En buena hora ha llegado el premio a nuestras manos!, es decir, a las manos de todos los hombres y mujeres que trabajamos para cambiar para bien este país.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Por un periodismo libre de intolerancia



Hoy me enlazo con el blog amigo http://apoyemosavianco.blogspot.com/ y su causa de pedir justicia.
Día Nacional de Desagravio a la Prensa

Motivados porque este mes se cumple un año del atropello que cometieron dos espalderos de Saymon Díaz contra el periodista Vianco Martínez, los trabajadores de la prensa que nos sentimos comprometidos con la honestidad hemos convocado a todas las personas de este país al Día del Desagravio a la Prensa.

Ese día vestiremos de luto en señal de reclamo porque en este caso, como en muchos otros que se pudren en los tribunales, no se ha aplicado justicia y no hay ni señas de que el Ministerio Público tenga intenciones de sancionar a los culpables de golpear y arrastrar como un delincuente a nuestro colega y compañero.

Vestiremos de luto porque, pese a que hay un procedimiento abierto, la Fiscalía del Distrito Nacional que dirige Alejandro Moscoso Segarra ni siquiera ha llamado a los testigos del infame maltrato que ocurrió el 23 de agosto de 2008 en el Teatro Nacional.

El Ministerio Público ha ignorado lo que manda el Código Procesal Penal, ha olvidado su papel de investigar el hecho punible y sus responsables, pero la sociedad no olvidará nunca las omisiones ni la impunidad.

El Día del Desagravio a la Prensa es una realidad. Por un periodismo libre de intolerancia.

Fecha: Miércoles 19 de agosto

Hora: 10:00 a.m.

Lugar: Fiscalía del Distrito Nacional (Palacio de Justicia). Calle Beller esquina Fabio Fiallo. Tel. 809-221-6400

Dirigido a: Todo público

martes, 4 de agosto de 2009

Una historia de espalderos que nunca cuento

Por Lissette Rojas*

Un día decidí apoyar a mi amigo Vianco Martínez en su lucha por que se aplique justicia en el caso que libra contra los espalderos infames que una noche atropellaron sus derechos en el Teatro Nacional.


Ahora que pronto se cumplirá un año de aquel penoso hecho, siento que es mi deber hacer algo, en parte por él en parte porque me aterra la idea de que llegue el día en que un reportero o reportera deba andar con miedo por no saber en qué momento lo sacaran a empujones y golpes de algún lugar.


Como cronista de arte y cultura que he sido, he tenido que vivir humillaciones en las puertas de los conciertos. Al principio las reseñaba, pero después me cansé. Casi nunca hablo de eso, pero en más de una ocasión he tenido que abrir mi cartera, me han parado de asientos y me han exigido mostrar mi identificación de prensa a pesar de tener la boleta en la mano o haberla ya mostrado.


Pero la que más me hirió fue esta anécdota que voy a narrar, porque no fue directamente a mí, sino a uno de los seres que más amo sobre el planeta. Hoy, seis años después, voy a contar una historia de espalderos que nunca cuento. Los que me conocen y saben que vivo libre de complejos se van a convencer de que fue una historia de prejuicio con prepotencia lo que nos ocurrió en Chavón.

Una vez, en Altos de Chavón, fui con mi papá a ver a Alphaville, Kansas y Air Supply. Ibamos muy emocionados, él porque esa es "su" música y yo porque crecí oyéndola. Papi estaba como un niño en Día de Reyes...hasta que llegamos a la puerta.


El hombre, un espaldero grosero, que había estado riéndose con todo el mundo, cambió su rostro cuando vio a mi padre. Pienso que le pareció improbable que papi, con sus características, estuviera allí y hubiera pagado lo que costaba la boleta.


El portero le habló de muy mala manera solo porque papi muy jovial le dijo: "No tengo armas, si quieres revísame". Y se tocó el cuerpo sonriendo como quien dice: "Estoy limpio, mira". El tipo le contestó: "Entonces, tú me estás amenazando. Yo lo que puedo hacer es dejarte ahí y no dejarte entrar".


Hablaba fuerte y todo el mundo nos miraba. Yo le explicaba que yo era periodista, que andaba trabajando no en búsqueda de inconvenientes. El espaldero grosero se demoraba como a propósito y volvía a revisar a papi como si fuera un narco o un terrorista.


Wanda Sánchez, que estaba a mi lado y cubría por CDN, se indignó. También su esposo Adrián. Tuvieron que intervenir porque el tipo se estaba excediendo. Pero él no se quedó tranquilo. Habló más fuerte y al rato estábamos rodeados de gorilas con radios.


Wanda ni Adrián se movieron. Gritaron que eso iba a salir en el periódico y en la televisión. Se quedaron con nosotros hasta que los "ningunos" con poder se cercioraron de que el negro que es mi padre no iba a inmolarse en las gradas ni iba a hacerse célebre a costa de la vida de sus artistas setenteros.


O quizás no fue que su dosis de prejuicio se agotó, sino que la fila del público se había alargado demasiado y la gente empezó a gritar que dejaran a ese hombre -a mi padre- tranquilo, que ya era suficiente, que qué esperaban encontrar.


Nunca antes vi una decepción como la de esa noche en el rostro de papi. A mí aquello me dolió tanto que ni siquiera lo reseñé en la crónica. No quería, porque me atormentaba, decir que unos hombres-burros humillaron a mi padre frente a tanta gente. A mi padre que siempre ha trabajado tanto, a mi padre que siempre ha sido tan respuetuoso, formal y serio.


La gente no se imagina los atropellos ni las humillaciones a las que los porteros someten a los reporteros, a la gente de a pie y a los negros improbables que nos aparecemos en esos lugares que parecen ser muy caro para nosotros. Ojalá que eso cambie algún día. Se lo pido a Dios.


En cuanto a papi, mantiene en su memoria la alegría del concierto de aquella noche de Sábado Santo. Es uno de los mejores recuerdos compartidos que tenemos. Y nunca, cuando escuchamos "Forever young", "Dust in the wind" o "Lost in love", hablamos de lo que sucedió en la entrada de Chavón.


Por eso entiendo a Vianco cuando se queja de la lentitud de la justicia, por eso me solidarizo con él, por eso me indigno cada vez que se cumple un mes y el Ministerio Público sigue haciéndose el pendejo con su sospechoso mutis total.

Porque yo he vivido en carne propia la desconsideración no quiero volver a escuchar que a alguien honesto lo humillaron sin razón unos "ningunos" que se sintieron poderosos-protegidos por gente que en este país hace lo que le da su gana sin ninguna sanción penal ni moral.

"El caso Vianco" es una guerra compartida, un emblema de muchos procesos empantanados. Ya estamos cansados de escuchar los cuentos mágicosmaravillosos de los que abusan de la gente de buena voluntad de esta tierra. Y como no nos vamos a tapar los oídos ni nos vamos a cruzar de brazos frente a la impunidad, escribiremos hasta que los dedos pidan clemencia. Quién sabe si algún día nos oye alguien portador de la casi extinta combinación pudor-poder.

*Lissette Rojas es reportera de semanario Clave. En la época en que sucedió lo que aquí narra ella comenzaba a laborar en el diario El Caribe. Lissette respalda a http://apoyemosavianco.blogspot.com/

lunes, 13 de julio de 2009

Mensaje en la mirada de un niño con hambre


Por Lissette Rojas. Foto: Alejandra Aguilar

Si fuiste a la Carretera Internacional sin algo para dar, es probable que te lamentes por mucho tiempo. Es probable que la mirada de un niño se te estampe en los sueños. Es probable que la próxima vez que pongas los pies bajo una mesa te encuentres sin apetito.

“Yo con tanto y esos niños sin nada”, te dirás a ti mismo aun si en el lado dominicano no llegas ni a clase media, aun si eres sueldo mínimo o mendigas en la esquina de la Duarte con París. Porque aquello hay que verlo para creerlo: ¡tanta pobreza a la vuelta de la esquina!

Dicen que es un trago amargo verles correr tras los vehículos. Su clamor duele en el pecho y, sus manos, mariposas nerviosas, se quedan revoloteando en la mente de quien los mira por primera vez.

En las aldeas haitianas -tú puedes ser testigo- los niños y las mujeres descienden de las lomas a pedir ayuda a los carros que pasan. Hay que ponerse en la piel de esas gentes para saber qué tipo de desesperación los alienta a salir corriendo detrás de un vehículo para pedir algo de comer.
“Comida solo por un día, eso no sirve”, dicen los racionales y vuelven a los libros. “Démosles alimentos por hoy y alentemos a los demás a venir”, dicen los sentimentales y vuelven a tejer planes.

Sería mejor, ya verás, deponer las armas de los desacuerdos. Mientras llega el esperado proyecto autosostenible que los saque de la pobreza, es bueno que las personas que pasen por la carretera lleven y repartan comida que no precise de preparación, como salami, panes, leche, jugos y chocolate.

En las comunidades, las mujeres que reciben algo nunca se olvidan de dar las gracias. Te sonríen mientras suben la loma con su funda sobre la cabeza y su niño en la cintura.

En lugar de discusiones teóricas e indisolubles, más valdría ir a apoyar y defender del hambre a estos pequeños, que se aparecen en los alrededores de las comunidades de la margen haitiana de la Carretera Internacional, cuyos 47 kilómetros están repletos de penurias.

Cuatro de ellos son los niños de la polémica fotografía. Era de mañanita cuando ustedes los volvieron a ver. Esta vez estaban medio vestidos, pero en sus ojos continuaba la misma urgencia que les descubrieron hace un mes.

¡Los niños desnudos de la Carretera Internacional siguen en la misma situación de “vulnerabilidad” que cuando salió el reportaje del semanario Clave!

Un mes después, nada habíamos hecho -hasta el sábado- los que apoyamos publicar la imagen tal cual, es decir desnudos como ustedes los vieron pidiendo; tampoco han hecho nada los que se alarmaron, escribieron cartas y rasgaron las vestiduras porque la foto publicada iba contra la dignidad de la persona.

Carretera Internacional, ese tramo olvidado que no puedes cruzar a menos que solicites un salvoconducto en la fortaleza militar de Pedro Santana. Carretera Internacional que abre a las ocho de la mañana y cierra a la seis de la tarde, el tiempo justo para hacer el bien.

Carretera Internacional, ese tramo nostálgico de amigos fieles, donde unos niños hambrientos te dicen: “Merci, merci”. Y cuando te vas, te miran desde la cuesta y te hacen un gesto de adiós con las manos, un gesto que te dice: “Gracias amig@, ve y dile al mundo lo que está pasando aquí. Ve y dile al mundo que lo necesito”.