
Desahogo Periodístico es el espacio de los periodistas, un lugar donde las palabras no son pesadas ni livianas, convenientes ni inconvenientes. Son simplemente palabras. ¡¡¡¡Qué la verdad sea dicha!!!!
miércoles, 23 de septiembre de 2009
viernes, 11 de septiembre de 2009
¿Cómo no marchar por sus sueños?

Reproduzco hoy el excelente artículo "¿Cómo no marchar por sus sueños?", de mi amiga Lilliam Fondeur, publicado en su columna Ginecología Actualizada del diario El Nacional. Pongo aquí también el link para que lo puedan leer en su contexto original.
Todavía persiste la alegría por el triunfal desarrollo de la marcha contra el artículo 30 del martes 8 de septiembre.
Un gran entusiasmo nos invadió, marchamos por la defensa de los derechos humanos, por los derechos sexuales y reproductivos, por el derecho a defender el ejercicio de la ginecología y obstetricia, marchamos por la vida.
La mayor satisfacción fue desfilar junto a un grupo importante de ginecólogos y ginecólogas en formación, es decir, residentes de las maternidades.
Las personas que hacen el trabajo pesado en los hospitales del país. Marcharon con sus bultos cargados de ropa de cirugía luego de amanecer asistiendo a las mujeres pobres, o de pasar más de 8 horas de trabajo intenso. Marcharon con sus libros a cuesta. Estos ejemplares soldados de la medicina, se manifestaron defendiendo su vida, su trabajo, su carrera, su familia.
Marcharon por todas y todos, marcharon por dignificar el país.Como no iban a estar motivados si son ellos y ellas los que reciben las mujeres infectadas, las mujeres convulsionando. Son quienes ven cuando mueren nuestras mujeres por septicemias, por falta de sangre, por no haber interrumpido un embarazo a tiempo. Son las y los residentes quienes asisten la desgarrante consulta de adolescentes embarazadas, los que realizan las cesáreas en las niñas de 9 a 11 años violadas por sus padres, abuelos o vecinos. Son ellos y ellas los que pueden hablar con propiedad de mortalidad materna, de los perjuicios de tener el aborto penalizado en todos los casos.
Quiénes más que las y los residentes pueden alarmarse ante la amenaza de penalizar los anticonceptivos. Visualizan como nadie el aumento en la consulta de embarazos en adolescentes, en abortos incompletos, en mortalidad materna.Una de las ramas más remunerativas de la salud reproductiva es la fertilización in vitro, tratamiento para las parejas que tienen problemas para embarazarse.
Muchos ginecólogos desean entrenarse en estas técnicas para vivir dignamente de su carrera.
¿Cómo no marchar por sus sueños? Los rostros de estas y estos jóvenes inyectaron mi espíritu de lucha.Marchar de la mano del Presidente de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología, de muchos ginecólogos reconocidos, fue un logro de la sociedad dominicana. Como he dicho en otras ocasiones, tarde o temprano el sol saldrá para todos y todas, la historia no marcha hacia atrás.
*La imagen que ilustra este texto es la Venus de Boticelli
jueves, 3 de septiembre de 2009
Utilitarismo periodístico

Por Lissette Rojas
La profesión de periodista está llena de dilemas éticos. Hay verdades que, de publicarse, harían más mal que bien.
Pero ¿debo yo como periodista guardarme esas informaciones? A veces. Sí. Puede sonar decepcionante, sin embargo es así en la práctica.
Pongamos un ejemplo: un reconocido político tiene fama de corrupto en la sociedad, pero nadie tiene forma de probarlo. Un día a manos del periodista llegan las pruebas de que el delincuente está destinando fondos, ajenos y del Estado, a la construcción de fuentes de empleo, escuelas, hospitales y centros deportivos en una comunidad antes olvidada, su pueblo natal podría ser. (De paso se enriquece).
El dilema del periodista se centra en dos puntos: puede denunciar el hecho, encarar al corrupto, mandarlo directo a la cárcel y ganarse un Pulitzer; o puede callarse, esperar a que se construyan las escuela y el hospital antes de publicarlo...si es que un día lo hace público.
Una visión utilitarista del problema nos lleva al enunciado: "el mayor bien para el mayor número de personas".
En este punto podemos decir -como Diego Gracia[1] en el terreno de la bioética- que “para que una acción pueda considerarse moralmente correcta, tiene que ser universalizable, de modo que no vaya contra el respeto debido a todas y cada una de las personas (…) para que las decisiones concretas puedan considerarse responsables y buenas, han de tener en cuenta las condiciones particulares de los hechos y evaluar las consecuencias que posiblemente derivará de ellos”.
En conclusión, cada circunstancia es tan particular que sería imposible escribir normas para cada caso. En la tesis de grado que aún no publico, llegué a la conclusión de que, dada la multiplicidad de interrogantes éticas que se le presentan a un profesional -que no caben ni pueden ser contenidas en código alguno-, habría que combinar los mínimos éticos con una sabiduría práctica que tienda al bien, a lo bueno, en el ejercicio profesional del periodista, porque sobre la marcha se presentan nuevas situaciones que no están contempladas ni previstas en ninguna declaración de intenciones de los gremios.
Todo esto es para decir que no creo cien por ciento en los códigos deontológicos en periodismo. No creo en las normas como trajes de sastre, porque el periodismo no es una ciencia exacta que se rija por un manual, como nos han querido hacer creer.
[1] Gracia, Diego, Ecología y Bioética.
2. La obra que ilustra este texto es un Caravaggio
La profesión de periodista está llena de dilemas éticos. Hay verdades que, de publicarse, harían más mal que bien.
Pero ¿debo yo como periodista guardarme esas informaciones? A veces. Sí. Puede sonar decepcionante, sin embargo es así en la práctica.
Pongamos un ejemplo: un reconocido político tiene fama de corrupto en la sociedad, pero nadie tiene forma de probarlo. Un día a manos del periodista llegan las pruebas de que el delincuente está destinando fondos, ajenos y del Estado, a la construcción de fuentes de empleo, escuelas, hospitales y centros deportivos en una comunidad antes olvidada, su pueblo natal podría ser. (De paso se enriquece).
El dilema del periodista se centra en dos puntos: puede denunciar el hecho, encarar al corrupto, mandarlo directo a la cárcel y ganarse un Pulitzer; o puede callarse, esperar a que se construyan las escuela y el hospital antes de publicarlo...si es que un día lo hace público.
Una visión utilitarista del problema nos lleva al enunciado: "el mayor bien para el mayor número de personas".
En este punto podemos decir -como Diego Gracia[1] en el terreno de la bioética- que “para que una acción pueda considerarse moralmente correcta, tiene que ser universalizable, de modo que no vaya contra el respeto debido a todas y cada una de las personas (…) para que las decisiones concretas puedan considerarse responsables y buenas, han de tener en cuenta las condiciones particulares de los hechos y evaluar las consecuencias que posiblemente derivará de ellos”.
En conclusión, cada circunstancia es tan particular que sería imposible escribir normas para cada caso. En la tesis de grado que aún no publico, llegué a la conclusión de que, dada la multiplicidad de interrogantes éticas que se le presentan a un profesional -que no caben ni pueden ser contenidas en código alguno-, habría que combinar los mínimos éticos con una sabiduría práctica que tienda al bien, a lo bueno, en el ejercicio profesional del periodista, porque sobre la marcha se presentan nuevas situaciones que no están contempladas ni previstas en ninguna declaración de intenciones de los gremios.
Todo esto es para decir que no creo cien por ciento en los códigos deontológicos en periodismo. No creo en las normas como trajes de sastre, porque el periodismo no es una ciencia exacta que se rija por un manual, como nos han querido hacer creer.
[1] Gracia, Diego, Ecología y Bioética.
2. La obra que ilustra este texto es un Caravaggio
martes, 1 de septiembre de 2009
Nostalgia del ocho

Por Lissette Rojas
Hoy me siento nostálgica. Pienso en 1988. Yo era tan feliz con mi columpio y mis muñecas; con mi tierra negra y mis guayabas; con el recreo y con los dulces; con mis notas y mis mapas calqueados en hojas blancas impregnadas de aceite. Qué tontinocente era entonces.
Ser feliz y tontinocente tienen que ser, de alguna manera, parte de un todo. Quizás saber menos, pensar menos y vivir más. 1988 y la oscuridad que me servía para inventar cuentos. Perdón y gracias a los que me escuchaban con paciencia (Mamá eres un ángel).
Oh, acabo de descubrir que le debo algo a Balaguer. Sí :) en los largos apagones en nuestra familia aprovechábamos para hacer cuentos, pero como yo siempre andaba soñando con mis propias historias. Quizás por eso empecé a inventar al vuelo mis propios cuentos. Pulgarcito y Caperucita me tenían hasta donde dicen Cirilo.
En 1988 Toni Morrison ganó el Pulitzer de novela y Basquiat murió justo a la edad que tengo ahora. Me gusta mucho el estilo de Morrison y la pintura de Basquiat me fascina, pero entonces yo estaba muy pequeña y ni me enteré. Es más, ni los conocía, como es natural a esa edad.
Pero siento nostalgia. Hay recuerdos que se me están yendo de las manos y siento que estoy traicionando a algunos que ya no están y quieren seguir vivos en mi memoria. No puedo retenerlo todo, sí la silla de guano y la mujer que se sentaba en ella a escuchar los delirios incoherentes de una nieta que miraba el manto estrellado con la luna al centro. Inventando.
Sí, 1988 ya se fue. Y ella, la que me corregía los bailes que hacía para verme en la sombra como en un espejo. Sí, muchos años después se fue la que me dijo que las plantas no se riegan al mediodía y que no camira hacia atrás para que no chocara con...
No entiendo por qué elijo esa fecha para invertir en ella toda mi nostálgia. No lo sé y no intentaré explicármelo porque hoy quiero jugar a que soy otra vez tontinocente. Quiero ser su protegida.
Una pintura de Basquiat ilustra este texto.
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