Santo Domingo, República Dominicana.- Una niña de nueve años es violada y embarazada por su propio padre, una pequeña muda y con discapacidad motriz sufre abuso sexual y es fecundada por su vecino y una mujer lleva en su vientre un niño sin estómago que morirá al poco tiempo de nacer.
Aunque parezca lejano o improbable, historias como esas suceden todos los días en este país, algunas salen en la prensa pero pocas veces terminan publicadas en un texto de una ginecóloga, como sucede con el libro Las hijas de nadie, de Lilliam Fondeur, que fue puesto en circulación hoy martes, en el salón Alcázar del hotel Santo Domingo.
Al consultorio de Fondeur llegan a menudo mujeres con graves complicaciones, a causa de abortos a medias, una suerte de intervenciones clandestinas que ellas mismas inician para terminar con sus embarazos a toda costa, aun a riesgo de sus propias vidas.
“Hay historias de niñas que han sido incestadas por familiares o vecinos y que tienen que poner en riesgo su vida, y son excluidas de la sociedad, tienen que salir de la escuela o las cambian de tanda. La sociedad las expulsa, las personas tienen el temor de que les pase a otras niñas, independientemente de que esa niña no buscó ese embarazo”, dice Fondeur al referirse al libro.
En su columna Ginecología actualizada, del vespertino El Nacional, la ginecóloga publica desde hace años situaciones tan dramáticas como reales que ahora forman parte de la compilación, junto a comparaciones de cifras y legislaciones de otros países.
“Las hijas de nadie es una recopilación de artículos publicados en el periódico El Nacional, relacionada con la vida de las niñas y las mujeres pobres, y digo pobres porque son las pobres las que ponen en riesgo su vida y su salud. Este libro está relacionado con los derechos sexuales y reproductivos y con la morbi-mortalidad materna, esto es las mujeres que ponen en riesgo su salud y su vida a causa de un embarazo”, expone la autora.
Para Fondeur, con leyes que prohíben el aborto sin importar las circunstancias, se está poniendo en riesgo la vida de las mujeres.
“Estamos matando mujeres con esta legislación”, sentencia y pone como ejemplo los casos de mujeres que, en estado de gestación, se les detecta un cáncer y no pueden recibir tratamiento porque hacerlo implicaría una pérdida del embarazo.
Sobre el padecimiento de esas pacientes explica que “cuando se le viene a dar tratamiento el cáncer ya ha tenido metástasis porque hubo que esperar que se cumplieran los nueve meses. Nuestras leyes prohíben que el embarazo sea interrumpido”.
En el país –dice Fondeur- los índices de mortalidad materna son de 159 por cada 100 mil nacidos vivos, según la Encuesta Demográfica y de Salud (Endesa) 2007. También están los casos específicos como el del hospital de Regla de Baní, cuyas estadísticas registran igual número de partos que de abortos. Los médicos del centro no provocan las interrupciones, sino que asisten a las mujeres que llegan con un aborto incompleto.
Las consecuencias de los abortos clandestinos son aumento de la morbi-mortalidad materna, que va no solo con las mujeres que fallecen, sino con mujeres que tienen lesiones que van desde una histerectomía hasta infecciones o un sangrado abundante que les provoca una anemia severa, según la doctora Fondeur.
“Las complicaciones son muchas pero las más frecuentes son las perforaciones uterinas y el sangrado uterino abundante. Estas mujeres de una un otra manera buscan la forma de terminar con su embarazo. Una mujer cuando quiere interrumpir un embarazo es capaz de poner en riesgo su vida”.
En su práctica médica, cuando una paciente llega con complicaciones de un embarazo interrumpido a voluntad, lo primero que ella hace es protegerla con antibióticos y luego trata de que no se pierda su útero, para preservar su fertilidad, porque es probable que esa mujer después desee tener hijos.
“Hay que conservar su fertilidad. No queremos un aborto, no soy pro-aborto, no ando promoviendo el aborto, pero es una situación que hay que enfrentar, porque está aquí y hay que enfrentarla. Es un fracaso del sistema de salud, de seguridad y del de educación. Una niña violada por su padre o una mujer que saliendo de la universidad es violada, ellas no andaban buscando ese embarazo”.
La puesta en circulación del libro Las hijas de nadie, que tiene prólogo de Susi Pola, contará con la presencia de la doctora Mónica Rosa, experta en derecho internacional y defensora de los derechos de la mujer.
Aunque parezca lejano o improbable, historias como esas suceden todos los días en este país, algunas salen en la prensa pero pocas veces terminan publicadas en un texto de una ginecóloga, como sucede con el libro Las hijas de nadie, de Lilliam Fondeur, que fue puesto en circulación hoy martes, en el salón Alcázar del hotel Santo Domingo.
Al consultorio de Fondeur llegan a menudo mujeres con graves complicaciones, a causa de abortos a medias, una suerte de intervenciones clandestinas que ellas mismas inician para terminar con sus embarazos a toda costa, aun a riesgo de sus propias vidas.
“Hay historias de niñas que han sido incestadas por familiares o vecinos y que tienen que poner en riesgo su vida, y son excluidas de la sociedad, tienen que salir de la escuela o las cambian de tanda. La sociedad las expulsa, las personas tienen el temor de que les pase a otras niñas, independientemente de que esa niña no buscó ese embarazo”, dice Fondeur al referirse al libro.
En su columna Ginecología actualizada, del vespertino El Nacional, la ginecóloga publica desde hace años situaciones tan dramáticas como reales que ahora forman parte de la compilación, junto a comparaciones de cifras y legislaciones de otros países.
“Las hijas de nadie es una recopilación de artículos publicados en el periódico El Nacional, relacionada con la vida de las niñas y las mujeres pobres, y digo pobres porque son las pobres las que ponen en riesgo su vida y su salud. Este libro está relacionado con los derechos sexuales y reproductivos y con la morbi-mortalidad materna, esto es las mujeres que ponen en riesgo su salud y su vida a causa de un embarazo”, expone la autora.
Para Fondeur, con leyes que prohíben el aborto sin importar las circunstancias, se está poniendo en riesgo la vida de las mujeres.
“Estamos matando mujeres con esta legislación”, sentencia y pone como ejemplo los casos de mujeres que, en estado de gestación, se les detecta un cáncer y no pueden recibir tratamiento porque hacerlo implicaría una pérdida del embarazo.
Sobre el padecimiento de esas pacientes explica que “cuando se le viene a dar tratamiento el cáncer ya ha tenido metástasis porque hubo que esperar que se cumplieran los nueve meses. Nuestras leyes prohíben que el embarazo sea interrumpido”.
En el país –dice Fondeur- los índices de mortalidad materna son de 159 por cada 100 mil nacidos vivos, según la Encuesta Demográfica y de Salud (Endesa) 2007. También están los casos específicos como el del hospital de Regla de Baní, cuyas estadísticas registran igual número de partos que de abortos. Los médicos del centro no provocan las interrupciones, sino que asisten a las mujeres que llegan con un aborto incompleto.
Las consecuencias de los abortos clandestinos son aumento de la morbi-mortalidad materna, que va no solo con las mujeres que fallecen, sino con mujeres que tienen lesiones que van desde una histerectomía hasta infecciones o un sangrado abundante que les provoca una anemia severa, según la doctora Fondeur.
“Las complicaciones son muchas pero las más frecuentes son las perforaciones uterinas y el sangrado uterino abundante. Estas mujeres de una un otra manera buscan la forma de terminar con su embarazo. Una mujer cuando quiere interrumpir un embarazo es capaz de poner en riesgo su vida”.
En su práctica médica, cuando una paciente llega con complicaciones de un embarazo interrumpido a voluntad, lo primero que ella hace es protegerla con antibióticos y luego trata de que no se pierda su útero, para preservar su fertilidad, porque es probable que esa mujer después desee tener hijos.
“Hay que conservar su fertilidad. No queremos un aborto, no soy pro-aborto, no ando promoviendo el aborto, pero es una situación que hay que enfrentar, porque está aquí y hay que enfrentarla. Es un fracaso del sistema de salud, de seguridad y del de educación. Una niña violada por su padre o una mujer que saliendo de la universidad es violada, ellas no andaban buscando ese embarazo”.
La puesta en circulación del libro Las hijas de nadie, que tiene prólogo de Susi Pola, contará con la presencia de la doctora Mónica Rosa, experta en derecho internacional y defensora de los derechos de la mujer.
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