martes, 2 de octubre de 2007

¿Cementerio de talentos?

Hoy me ha llegado un anónimo, de alguien que denuncia con dolor los supuestos atropellos que ha recibido en Multimedios del Caribe, empresa que agrupa la estación de televisión CDN, el periódico El Caribe y la emisora CDN La Radio y la Mezcla.

"Da pena que un medio con todos los hierros el material y el capital humano que tiene sea desmotivado con cosas como para luego estar alardeando que debemos estar motivados. Tanto tiempo de abusos, humillaciones, explotación y falta de respeto esperando cambios a favor de quienes trabajan en la empresa", lamenta el no identificado.

Este material hay que considerarlo desde varios puntos de vista: primero, desde el enfoque del desahogo, que para los fines es una especie de volcán que despierta tras siglos de estar dormido (valga la romántica metáfora) y segundo desde el enfoque de que ese grupo de medios tiene que poner atención a lo que les está sucediendo como empresa (renuncias constantes, empleados insatisfechos). En fin, el anónimo no ha dicho nada que no se comentara ya ni que no fuera harto conocido en los círculos periodísticos.

Estoy convencida de que el anónimo lo escribió un periodista, porque está demostrado que los empleados de las empresas periodísticas (me incluyo) no solemos tener el valor de decir cosas como estas de forma pública (decimos que "este país es una aldea"); a lo más que llegamos nosotros los periodistas es a burlarnos entre nosotros de las presiones, censuras y abusos de los medios y al final, renunciar.

"Solo se escucha el murmullo de todo el que viene a trabajar aquí, que esa empresa no es lo mismo que cuando el POPULAR!!! Según tengo informado el abuso es tan tal que estos que se hacen llamar directores, jefes, gerentes no son mas que un cáncer que va infectando, creciendo y pudriendo las manzanas buenas", manifiesta el anónimo.

Y ahora digo como Martí: "Conozco el monstruo porque he vivido en sus entrañas". En una ocasión estuve tan deprimida por la presión que decidí irme del país y no volver a ejercer. Me llamaban hasta las once de la noche a la casa para preguntarme cualquier porquería y hasta para pedirme una cinta, para "no caer en ganchos" con una historia que yo había escrito a conciencia sobre el antiguo embajador de Estados Unidos.

"Lo que una vez fue un prestigioso medio en manos del Banco Popular, hoy se ha convertido
en una escuelita llena de abusos, injusticias e irregularidades, cometidas por quienes dirigen dicho medio. Y esto no solo lo afirmo yo. Sino el rostro de los empleados que se encuentra en un zozobroso ambiente de trabajo que puede ya lleve sus victimas por la presión que
esto ejercen... y por las constantes hoy ese medio es simplemente un cementerio de talentos".


Recuerdo la carta que escribió Annie Mariem Castillo, ex reportera de El Caribe, donde decía más o menos así: "adiós a tantas injusticias y discriminaciones, a tantas horas de mi vida negada a mi familia". La chica, de unos 23 años entonces, en un año en ese medio tuvo hasta que empujar, junto a choferes y camarógrafos, las viejas camionetas de prensa que se quedaban varadas en cualquier esquina.

En cambio, la carta de mi segunda renuncia fue más diplomática, sosa y sin nada de coraje como la de Annie, pero yo hubiese querido decir lo mismo. Hubiese querido quejarme en ella de las increpaciones a voz en cuello en medio de la sala de redacción, de los desmanes de ejecutivas del azar, de los temas de investigación adobados en censura, de la improvisación dictatorial y lunática, de los chismes y quejas en la reunión editorial de media tarde, de las asignaciones previamente enfocadas por el lado más conveniente.

Yo viví en las dos etapas de El Caribe, y estoy segura que no queda ni sombra de la primera época, la del esplendor, la que destapaba escándalos de corrupción y hacía opinión.

"!Un empleado es ascendido de puesto aumentando más las responsabilidades y trabajo y después al final se le mantiene el mismo sueldo!".

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